Ladeada, insinuante. Lasciva. Una sonrisa que grita “Francia” por los cuatro vientos.
Un guiño.
Descarado, galante. Coqueto. Un guiño que sólo Dinamarca puede hacer.
Un asentimiento y una excusa.
Sólo eso necesitan para quedarse solos en la habitación del francés. Sólo eso necesitan para que sus cuerpos se encuentren, entre sonrisas ladeadas y palabras
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